Un grupo pequeño de científicos, entre ellos algunos psicólogos, señala que se empieza a comprobar lo que mucho profesionales de Wall Street sospechan desde hace tiempo: que la gente tiene una relación emocional con el dinero. El cerebro humano, dicen los investigadores, responde a las operaciones de alto riesgo como lo hace ante el sexo. Cuanto más arriesgada es la operación, mas la desea el cerebro.
¿Hubo algo mas que dinero, en la motivación para que Jerome Kerviel, cometa fraude en sus operaciones en la Societe Generale, o fue solo casualidad?. Para los fiscales franceses que investigan el caso, las operaciones tienen una cercana similitud con los problemas de adicción que genera la drogadicción.
Brian Knutson, profesor de psicología y neurología de la universidad de Stanford en California y pionero de las neurofinanzas, estudio a una serie de voluntarios por medio de un poderoso equipo de diagnostico por imágenes y fue analizando su cerebro a medida que realizaban operaciones. Concluyo que en ocasiones la gente se excita mucho en la actividad de ganar dinero. Knutson dice que cuanto más se piensa que se puede ganar con el riesgo, mas riesgos se corren y más se activa el circuito.
Sin embargo y a pesar de los resultados, la neuroeconomia no tiene muchos partidarios en Wall Street, debido a que para otros expertos, la economía tiene que ver con el equilibrio entre la oferta y la demanda, así como con las fuerzas que actúan sobre un sistema estabilizado y no tiene que ver con la conducta de la gente.
Jason Zweig escribió el año pasado un libro titulado “El dinero y el cerebro: Como la nueva ciencia de la neuroeconomia puede contribuir a hacernos ricos” y unos de sus hallazgos fue que las imágenes del cerebro de los drogadictos que están a punto de consumir una nueva dosis son iguales a las de los operadores que ganan dinero y están por concretar un nuevo negocio. Lo que confirma que si alguien gana dinero y vuelve a ganarlo, es algo muy similar a una adicción a las drogas y se vuelve muy difícil de abandonar.
Kerviel, de solo treinta y un años, dijo a los fiscales que se sintió emocionado cuando sus operaciones furtivas en opciones a futuro en la bolsa europea empezaron a rendir frutos. Para fines de diciembre había ganado unos 2.000 millones de dólares, lo que le provoco el deseo de continuar, lo que produjo el efecto bola de nieve que al final le hizo perder 7.000 millones de dólares a finales de enero del 2008, por no querer evitar ni asumir las perdidas.
Daniel Kahneman, un psicólogo que recibió el Premio Nóbel de economía, demostró que las personas no siempre actúan de manera racional cuando enfrentan la incertidumbre de la toma de decisiones. Ante las perdidas, pueden optar por correr mas y no menos riesgos, lo contrario de lo que sugeriría el pensamiento económico tradicional. Pareciera que cuando alguien se ve amenazado de extinción, actúa como si nada importara, lo que es un ejemplo de la aversión a la perdida.
Algunos estudios también sugieren que el estrés y las emociones afectan la rentabilidad de las inversiones. Los estudios indican que los operadores que se guían por las emociones tienden a tener un pobre desempeño en los mercados. Sin embargo a los que solo confían en la lógica tampoco les va tan bien. Los más exitosos son los que aprovechan las emociones sin permitir que los sentimientos los dominen.
La gente suele pensar que en los mercados financieros impera la lógica, que los operadores y los inversores siempre actúan de forma racional, pero esto no es así, no existe la ciencia en los mercados. Al auge y la caída de Internet le siguieron un auge y una caída aun mayores de los créditos hipotecarios. Cuando los operadores se dejan llevar por la emoción, empiezan a cerrar negocios cada vez más grandes y frecuentes aunque sepan que se están perjudicando y que no hay ganancias en el plano financiero, ya que la emoción de ganar los lleva a correr mayores riesgos.
Es más común que la gente se aferre a operaciones con perdidas y diluya lo que invirtió, en lugar de hacer un buen manejo del riesgo y retirarse.
¿Hubo algo mas que dinero, en la motivación para que Jerome Kerviel, cometa fraude en sus operaciones en la Societe Generale, o fue solo casualidad?. Para los fiscales franceses que investigan el caso, las operaciones tienen una cercana similitud con los problemas de adicción que genera la drogadicción.
Brian Knutson, profesor de psicología y neurología de la universidad de Stanford en California y pionero de las neurofinanzas, estudio a una serie de voluntarios por medio de un poderoso equipo de diagnostico por imágenes y fue analizando su cerebro a medida que realizaban operaciones. Concluyo que en ocasiones la gente se excita mucho en la actividad de ganar dinero. Knutson dice que cuanto más se piensa que se puede ganar con el riesgo, mas riesgos se corren y más se activa el circuito.
Sin embargo y a pesar de los resultados, la neuroeconomia no tiene muchos partidarios en Wall Street, debido a que para otros expertos, la economía tiene que ver con el equilibrio entre la oferta y la demanda, así como con las fuerzas que actúan sobre un sistema estabilizado y no tiene que ver con la conducta de la gente.
Jason Zweig escribió el año pasado un libro titulado “El dinero y el cerebro: Como la nueva ciencia de la neuroeconomia puede contribuir a hacernos ricos” y unos de sus hallazgos fue que las imágenes del cerebro de los drogadictos que están a punto de consumir una nueva dosis son iguales a las de los operadores que ganan dinero y están por concretar un nuevo negocio. Lo que confirma que si alguien gana dinero y vuelve a ganarlo, es algo muy similar a una adicción a las drogas y se vuelve muy difícil de abandonar.
Kerviel, de solo treinta y un años, dijo a los fiscales que se sintió emocionado cuando sus operaciones furtivas en opciones a futuro en la bolsa europea empezaron a rendir frutos. Para fines de diciembre había ganado unos 2.000 millones de dólares, lo que le provoco el deseo de continuar, lo que produjo el efecto bola de nieve que al final le hizo perder 7.000 millones de dólares a finales de enero del 2008, por no querer evitar ni asumir las perdidas.
Daniel Kahneman, un psicólogo que recibió el Premio Nóbel de economía, demostró que las personas no siempre actúan de manera racional cuando enfrentan la incertidumbre de la toma de decisiones. Ante las perdidas, pueden optar por correr mas y no menos riesgos, lo contrario de lo que sugeriría el pensamiento económico tradicional. Pareciera que cuando alguien se ve amenazado de extinción, actúa como si nada importara, lo que es un ejemplo de la aversión a la perdida.
Algunos estudios también sugieren que el estrés y las emociones afectan la rentabilidad de las inversiones. Los estudios indican que los operadores que se guían por las emociones tienden a tener un pobre desempeño en los mercados. Sin embargo a los que solo confían en la lógica tampoco les va tan bien. Los más exitosos son los que aprovechan las emociones sin permitir que los sentimientos los dominen.
La gente suele pensar que en los mercados financieros impera la lógica, que los operadores y los inversores siempre actúan de forma racional, pero esto no es así, no existe la ciencia en los mercados. Al auge y la caída de Internet le siguieron un auge y una caída aun mayores de los créditos hipotecarios. Cuando los operadores se dejan llevar por la emoción, empiezan a cerrar negocios cada vez más grandes y frecuentes aunque sepan que se están perjudicando y que no hay ganancias en el plano financiero, ya que la emoción de ganar los lleva a correr mayores riesgos.
Es más común que la gente se aferre a operaciones con perdidas y diluya lo que invirtió, en lugar de hacer un buen manejo del riesgo y retirarse.
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