Se acerca navidad, y con ello podemos ver cómo los niños reciben muchos regalos y cómo, con el paso del tiempo, esos mismos regalos dejan de ser importantes para ellos. Al final, sólo se quedan con uno o dos y los demás terminan en un rincón abandonados.
Pero, ¿No nos ocurre lo mismo a los adultos?. Veamos algunos casos que posiblemente nos hayan sucedido.
Después de mucho tiempo de desear alguna cosa, -desde una reloj, hasta un auto– cuando lo tienes sientes que eres una persona de suerte y exitosa. La sensación dura por los primeros días, semanas y en raras ocasiones meses. Pasado ese tiempo inicial uno se acostumbra y ya no se siente nada especial por tener ese bien.
Al muy poco tiempo te das cuenta que ese auto, ese reloj o esa cartera que inicialmente pensaste te podría dar cierta dosis de felicidad, no puede proporcionarte más que un cierto placer pasajero y en muchos casos muy superficial.
Los que han vivido esta experiencia saben lo desagradable que puede resultar -y mas, si uno se endeuda para esto-. Pero también, y creo que aquí está lo importante, es una vivencia muy aleccionadora.
Quizá lo primero que nos enseña es a no esperar de las cosas aquello que las cosas no pueden dar. También aprendemos a no confundir, y al no confundir no sufrimos esas decepciones tan características de los adolescentes, a quienes al muy poco tiempo todo los aburre. Al no sufrir esas decepciones, tampoco llegamos a sentir ese vacío tan característico de estos momentos tan especiales.
El secreto de unas finanzas personales sanas está justamente en no tratar de llenar con objetos materiales aquello que no se puede llenar de otra forma, y no pretender ignorar que los bienes materiales son necesarias solo para lograr algunos de nuestros objetivos financieros y personales.
Las cosas siempre tienen un carácter instrumental para lograr objetivos más trascendentes. Pero hay que tener objetivos más altos que simples aparatos o prendas de vestir. Si no, nos quedaremos al nivel de estos y sin duda sentiremos tarde o temprano ese vació del que hablamos.
Pero, ¿No nos ocurre lo mismo a los adultos?. Veamos algunos casos que posiblemente nos hayan sucedido.
Después de mucho tiempo de desear alguna cosa, -desde una reloj, hasta un auto– cuando lo tienes sientes que eres una persona de suerte y exitosa. La sensación dura por los primeros días, semanas y en raras ocasiones meses. Pasado ese tiempo inicial uno se acostumbra y ya no se siente nada especial por tener ese bien.
Al muy poco tiempo te das cuenta que ese auto, ese reloj o esa cartera que inicialmente pensaste te podría dar cierta dosis de felicidad, no puede proporcionarte más que un cierto placer pasajero y en muchos casos muy superficial.
Los que han vivido esta experiencia saben lo desagradable que puede resultar -y mas, si uno se endeuda para esto-. Pero también, y creo que aquí está lo importante, es una vivencia muy aleccionadora.
Quizá lo primero que nos enseña es a no esperar de las cosas aquello que las cosas no pueden dar. También aprendemos a no confundir, y al no confundir no sufrimos esas decepciones tan características de los adolescentes, a quienes al muy poco tiempo todo los aburre. Al no sufrir esas decepciones, tampoco llegamos a sentir ese vacío tan característico de estos momentos tan especiales.
El secreto de unas finanzas personales sanas está justamente en no tratar de llenar con objetos materiales aquello que no se puede llenar de otra forma, y no pretender ignorar que los bienes materiales son necesarias solo para lograr algunos de nuestros objetivos financieros y personales.
Las cosas siempre tienen un carácter instrumental para lograr objetivos más trascendentes. Pero hay que tener objetivos más altos que simples aparatos o prendas de vestir. Si no, nos quedaremos al nivel de estos y sin duda sentiremos tarde o temprano ese vació del que hablamos.
3 comentarios:
Hablando de bueyes perdidos...
Un blog es como un tren.
Un tren sin una destinacion final y que ninguno sabe bien de donde haya partido
En las estacione hay uno que baja, y otro que sube.
En viaje, entre una parada y otra se habla. Del mas y del menos.
Es un tren donde se sube sin boleto.
Pero esta la primera clase, la segunda clase y la tercera clase.
Hay tambien un maquinista. Pero como en los trenes reales ninguno lo ve, ninguno le habla.
Cada tanto un anuncio al microfono.
Cada tanto un pasajero se olvida de lo que es y se pone a controlar los boletos.
Se olvida tambien que sobre este tren ninguno tiene boleto. Porque es gratuito.
Pero el igualmente controla.
Solamente para sentirse mas importante.
Hay tambien quien nunca se baja del tren, aun intuyendo que no hay una verdadera destinacion.
Pero lo mismo se queda. Porque en las estaciones sube y baja mucha gente interesante.
Es que no hay nada mejor para hacer, mejor donde ir. Y en fondo todas las estaciones son iguales.
Que motivo hay para bajarse?
En fondo se habla con uno con otro. Quizas te descubres diverso, cambiado, tambien informado... Te parece de ser casi mejor.
Y entonces te quedas arriba.
Y van pasando las estaciones, muchos ya se bajaron, Algunos han subido. Pero la gente que sube te parece siempre menos interesante. Aquellos que subian antes si, que eran pasajeros interesantes !
Entonces comienzas a pensar...en la proxima bajo.
E insisto, a la proxima bajo.
Ma... para hacer que cosa me bajo?
Veamos en vez a donde me lleva este tren.
Veamos cual es la destinacion final.
Como hago para hablar con el maquinista? El podria saber hacia donde esta llendo este tren.
Pero no se puede. Los vagones no comunican con la locomotora.
Y ese microfono que anuncia solo la proxima estacion. Nunca una destinacion final. O almenos una marcha atras. No se puede.
Siempre sobre las vias.
En el ferrocarril del blog.
Buen Viaje.
Un pasajero
Fue publicada en italiano, por un autor anonimo en un blog de la RAI (Radio Television Italiana) En lengua original es seguramente mejor. Mi agradecimiento al autor es el averla traducida para compartirla con ustedes.
La felicidad pasajera que otorga un bien de consumo, que luego al desaparecer esta comienza nuevamente una frustración es parte de un individuo que no posee valores prácticos, es egoísta e infeliz por que sencillamente el bienestar no lo puede lograr con las cosas intangibles. Desde un punto de vista económico esto no importa pues debe existir una sociedad de consumo más allá de lo práctico o de lo necesario sin importar la verdadera satisfacción del ser humano o que su felicidad sea corta o duradera.
Al contrario, el pensamiento científico del siglo XVIII se basaba fundamentalmente en la practicidad y el bien común aplicado a la sociedad, por eso este pensamiento aportó tanto al desarrollo integral del hombre, pero hoy se encuentra inserto en un cono de sombra en el cual se confunde calidad de vida con felicidad fluyendo paralelas en una carrera sin sentido donde la imbecilidad del hombre no tiene límites.
Jorje, muy bueno y demuestra que cada país tiene su libro que lo identifica, Italia al Dante y por eso son romántios, España el Quijote y por esos son soñadores y desgraciadamente nosotros tenemos el Martin Fierro y por eso somos lo que somos.
Feliz Navidad a Todos
Muchas Gracias Jorge por el regalo. Es muy bueno. Es mas, creo que lo voy a postear.
Claro Eduardo, hoy se confunde consumo con calidad de vida. Se piensa que por tener todo lo material uno vive mejor, y no es asi. Mucho daño se hace con este pensamiento.
GRacis y Feliz navidad para vos tambien!
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