27 junio 2008

John M. Keynes

La pura verdad, dice uno de sus biógrafos en una de sus tantas biografías, es que poseía "talento para todo". Su habilidad en emplear la lógica, para ganar dinero, lo llevó a una fortuna de quinientas mil libras esterlinas (dedicando sólo media hora por día a ello).

Economista, formado en Cambridge, que no tuvo dudas en elegir a una bailarina por esposa, o de ser el niño mimado de los intelectuales de vanguardia británicos, mientras presidía una compañía de seguros de vida. Hay en Keynes todo aquello que se observa siempre en los más grandes: lo polifacético, lo intensamente contrastante en episodios de su vida, y lo difícil de encasillar en que se convierte, más allá de la fama, el simple ser humano. La incidencia que tuvo en el mundo hace que nadie ponga en duda que resultó "el" economista del siglo XX.

Al hacer un balance de su vida, el hombre llegó a una conclusión simple y directa: sólo le quedaba un pesar, "el no haber bebido más champaña en mi vida...".


Ese hombre se llamó John Maynard Keynes, portador de un apellido de larga historia, que remontaba hasta un tal William de Cahagnes, que vivió en 1066. Keynes hacía honor a ello, era básicamente un tradicionista y le gustaba adherir a aquello de "la grandeza se transmite por la sangre". En verdad, su padre, John Neville Keynes, resultó también un economista bastante ilustre en su época. Pero, además de la transmisión sanguínea, alguien apuntó que en Keynes "era como si se hubiera reunido media docena de hombres de talentos diversos en una sola persona".

Cuando se iba Marx

Paradoja del destino, el año en que nació en una modesta casa del barrio universitario de Cambridge, donde su padre era profesor, con tres hijos, un 5 de junio, resulta el año de la muerte de Carlos Marx: y ese cruce apenas por un instante une a dos economistas tan trascendentes en la filosofía del sistema capitalista, que resultaban tan distintos entre sí. El uno, casi siempre acorralado, pintando un capitalismo condenado a la destrucción. El otro, amante de la vida, pleno de optimismo, con fama y fortuna, y viendo el capitalismo como un hecho viable. Quizás, el tomar distintas sendas, desde la niñez, produjo pensamientos y obras tan distantes sobre un mismo tema.

Un personaje

Keynes, a quien puede imaginarse como todo un profesor flemático, rodeado de libros y ausente del mundo real, resultó ser una persona en cada momento tan distinta y adaptable como para resultar el héroe del grupo de Bloombsbury, con los principales intelectuales de vanguardia ingleses, y al unísono dirigir una compañía de seguros de vida (tan distante de lo intelectual). Ante problemas delicados, tenía el aplomo total que daba estabilidad ante cualquier situación problemática, al mismo tiempo que resultó ser un coleccionista apasionado de obras clásicas y de arte moderno y también, un clásico poseedor de la más completa colección particular del mundo de los escritos de Isaac Newton.

Así como fue empresario de un teatro, llegó a la dirección del Banco de Inglaterra. Se codeaba con Churchill y con Roosvelt, pero también con Pablo Picasso y Bernard Shaw. Amante del bridge, lo jugaba del modo más audaz, buscando siempre la jugada espectacular. O hacía "solitarios" como un pulcro estadístico, tomando nota del tiempo que tardaba en hacer dos seguidos.

Desde chico

Con este perfil puede uno abandonar la idea de que para ser un grande hay que ser un flemático aburrido. Keynes no eligió esposa entre damas de la alta sociedad, sino que se enamoró de una bailarina, y ya desde chico mostraba talento por una parte y la picardía de la calle por el otro. A los cinco años ya intentó por si mismo descubrir "el sentido económico del interés" y a los seis años se empeñaba en averiguar "cómo funciona su cerebro".

Cuanto entró a la escuela, demostró una gran habilidad para manejar a los hombres. Se hizo de un "esclavo", que le llevaba los libros a todas partes a cambio de problemas que Keynes le ayudaba a resolver. También había cerrado un "tratado de paz" con el líder de una barra muy agresiva, en el que John se comprometía a sacar todas las semanas un libro de la biblioteca para su enemigo, mientras el otro grupo debía estar siempre a quince yardas de distancia del grupo de Keynes.

Keynes en "onda"

A los catorce años solicitó y ganó una beca en Eton. A pesar de la leyenda sobre lo duro del ambiente y la rigidez que anulaba todo talento, para él fue fácil emerger. Ganaba premios por docenas, mientras se compraba un chaleco del color más chillón y se aficionaba a tomar champaña. Pero esto le quedaba chico, al llegar al King's College, de Cambridge, arrasó con todo. Alfred Marshall le pidió que se dedicara por entero a la economía. El famoso profesor Pigou lo invitaba una vez por semana a almorzar y discutir. Y fue elegido secretario de la "Unión" (cargo que llevaba a la presidencia de la más célebre sociedad de debates del mundo). Otra de sus aficiones era escalar montañas, y por su puesto, permanecer hasta altas horas de la noche discutiendo sobre economía.

Hay que comer

El problema es que tal fenómeno, amante de la buena vida como del estudio, precisaba también un sustento. Y allí le vino a Keynes el problema sobre qué hacer para esto. Por ese entonces, picaba ya alto, "aspiro a dirigir un ferrocarril o a organizar un trust", escribió a su hermana Strachey y, de última, hizo la fácil de anotarse como funcionario público. Entraban sólo diez postulantes y salió segundo, siendo justamente, su más baja puntuación en economía!. Más tarde reflexionaba que "quizá los integrantes de la mesa sabían menos que yo de esta materia"

Nosotros acá tratamos de ver su faceta humana por sobre todas las cosas, ya que obviamente, seguir a Keynes y toda su vida económica puede llevar libros enteros. El recuadro sobre la "cronología vital" con sus hechos más relevantes cubre aspectos que ahora debemos abandonar pero que se pueden encontrar en cualquier sitio. Nosotros seguiremos desde la faceta que más interesa a este blog que la de Keynes como inversor.

Como hacia

Se sabe que hizo una gran fortuna con las transacciones, a las que dedicaba no más de media hora cada mañana para su análisis. Siendo ya un personaje célebre, se le seguía presentando el problema de qué hacer para vivir bien. Pensando esto se decidió por los negocios, y encontró que el camino más difícil era especular en los mercados financieros. Comenzó con apenas unos cientos de libras y la primera vez perdió casi todo y solamente la ayuda de un banquero amigo, que le otorgó un préstamo, le dio la revancha; desde allí, devolvió el préstamo y no lo pararon más. Se hizo a un equivalente de dos millones de dólares. ¿Cómo? Del modo más natural: Keynes rechazaba todos los informes de Bolsa que venían de los "dateros". Y aseguró que los especuladores de Wall Street podrían hacer grandes fortunas sólo con ignorar los informes que venían desde "adentro". Un fundamentalista revisaba los balances, adicionaba sus conocimientos de finanzas, agregaba intuición respecto de las personas y un reconocido "olfato comercial". A la mañana, antes de salirse de la cama, estudiaba sus datos, tomaba decisiones, daba órdenes por teléfono y le quedaba el día libre para cosas importantes. Como al pasar, no sólo ganaba para él, sino que al nombrarlo tesorero del King's College, tomó un fondo de 30.000 libras ¡y lo elevó a casi 400.000! Dirigía un "trust" de inversiones, también los seguros de vida. Y sólo le quedó atragantado el no dirigir un ferrocarril.

En su obra más famosa, "La teoría general...", hay todo un capítulo dedicado a las inversiones, a la Bolsa, y allí aparece una de sus fórmulas más populares que decía que había que invertir como en un concurso de belleza, donde importa, más que la propia opinión, tener una opinión acerca de lo que opinará la mayoría de los que eligen. Cambiando a las mujeres por acciones, la metáfora otorga una brillante visión sobre cómo funciona el proceso de seleccionar papeles favoritos.

Mientras escribía esa obra decisiva, una bisagra en la historia económica, y al mismo tiempo financiaba la construcción de un teatro, ya advertía, signo también de su gran seguridad y porque no arrogancia, en una carta a Bernard Shaw que la obra por terminar "revolucionará en gran parte, antes de diez años, el concepto del mundo acerca de problemas económicos".

Suelen circular también frases sueltas, como la que quizás es más popular al replicar sobre las derivaciones que tendrían ciertas medidas en el "largo plazo" al decir "En el largo plazo estaremos todos muertos". Pero dentro de su obra mayor hay un párrafo corto para pensar mucho, que dice: "Es preferible que tiranicemos nuestro saldo bancario, antes que a nuestros ciudadanos...". Su broche de oro pasó por el vergonzoso tratado realizado tras la Primera Guerra Mundial, en Versalles, donde participó sumamente contrariado con las resoluciones que se tomaban y advirtió expresamente que esto llevaría a una conflagración todavía mayor que la vivida. Renunció tres días antes de la firma y escribió, furiosamente, "Las consecuencias económicas de la paz", obra que fue como una explosión. Escribiendo a su madre, había marcado: "La paz es ultrajante e imposible y sólo puede traer una secuela de desgracias...".

El final

Aunque su salud estaba quebrantada, tuvo tiempo de asesorar en la Segunda Guerra y de ser nombrado "lord Keynes, barón de Tilton". Ya retirado en Sussex, fue su esposa, la que en una mañana de 1946 cuando muere, escucha por ultima vez “que lo único que lamentaba en la vida era no haber podido beber la suficiente champaña...”.

Cronología vital

- 1883: El 5 de junio, en una modesta casa del barrio universitario de Cambridge, nace John Mynard Keynes.
- 1898: En una vida estudiantil no del todo académica, logra una beca para ingresar al colegio de Eton.
- 1902: Gana una beca para estudiar, en el King's College. Se convierte en discípulo preferido de Alfred Marshall.
- 1905: Se gradúa en matemáticas, con el puesto doce de su promoción.
- 1906: Buscando sustento, ingresa al Civil Service, siendo segundo entre 104 postulantes. Lo envían al Indian Office y se traslada a Calcuta, donde trabaja.
- 1911: Funda y dirige el "Economic Journal", desde donde polemiza con los representantes de economía clásica.
- 1919: Tras participar en la Conferencia de Paz de la Primera Guerra, en 1918, escribe "Las consecuencias económicas de la paz". Un bestseller profético.
- 1921: Tras renunciar a cargos públicos, en duras polémicas, publica el "Tratado sobre probabilidades".
- 1922: En "Una revisión del Tratado de Versalles", demuestra que el "patrón oro" es una reliquia bárbara a cambiar.
- 1925: Se casa con la joven bailarina rusa Lidia Lopokova y publica "Consecuencias económicas de Winston Churchill".
- 1930: Aparece el "Tratado..." y decide trabajar sobre una teoría económica general.
- 1936: Aparece "Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero". Surgiendo una nueva ciencia económica.
- 1940: Es el economista más influyente. Aparece "Como pagar una guerra".
- 1942 se edita "Recursos del presupuesto nacional" (su última gran obra).
- 1945: Es designado representante británico en la conferencia de Breton Woods, tras la Segunda Guerra. Lo nombran Lord Keynes.
- 1946: Tras ser nombrado director del Banco de Inglaterra, viviendo en Sussex y casi retirado, muere el 21 de abril.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy interesante. Me sirviò a mosod de introduccion y me dieron ganas de seguir leyendo sobre Keynes.