En la visión de las personas convencionales, es normal recurrir al saber específico de alguna actividad para buscar asesoramiento en temas referidos a distintos aspectos, ya sean médicos, arquitectos, contadores, pintores, plomeros, mecánicos, etc. Sin embargo, es menos usual recurrir a la figura específica de un asesor financiero.
Pareciera que los ciclos en la vida de las personas, ya sean cuando van a la facultad, se compran su primera casa, cuando tienen hijos, cuando están por jubilarse, etc. hay sucesos que necesitan mas atención que otros y normalmente terminan en la contratación de expertos. Pero, si bien el dinero es una instancia decisiva de cada uno de estos proceso en la vida de las personas, pareciera que el sector financiero, paradójicamente, tiende a estar relegado en la escala de decisiones de contratación de consultores.
¿Por qué, en un mundo financiero globalizado y volátil las personas están menos predispuestas a contratar especialistas para asesorarlas en finanzas? La situación parece más preocupante si consideramos que, cada día más, los factores financieros condicionan las decisiones de ahorro y consumo de las personas.
En este escenario, es imperativo contar con información, análisis de alternativas, evaluación permanente y periódica del nivel de las tasas de interés, de paridades cambiarias y de los flujos de dinero para definir la orientación de las inversiones, el uso alternativo de los recursos en función de los avatares del mercado, y la definición de estrategias esenciales vinculadas con la moneda y el crédito.
Es aquí donde cobra sentido el asesor financiero, un individuo o una empresa que brinda asesoramiento profesional en la planificación financiera, en el análisis del mercado de dinero y capitales, y en las decisiones de inversión. Su trabajo tiene como objetivo rentabilizar la liquidez de las personas y los usos alternativos de los recursos financieros de cara a la evolución de los mercados y al curso de las expectativas.
La tarea también puede incluir la reingeniería financiera de los activos de las personas, la gestión integral del financiamiento en las compras de activos importantes, y en el análisis de proyectos de ahorro y jubilación. Estas tareas posibles de un asesor financiero implican el acceso a una gran cantidad de información que debe analizarse día a día, un sólido saber específico y una dedicación intensa.
En definitiva, vivimos tiempos en que los interrogantes financieros se vuelven cada vez más influyente en los resultados globales de los individuos. En este marco, la contratación de un asesor financiero tiene los beneficios potenciales de alcanzar una óptima asignación de los recursos monetarios para lograr un incremento sostenido del ahorro y la inversión.
Pareciera que los ciclos en la vida de las personas, ya sean cuando van a la facultad, se compran su primera casa, cuando tienen hijos, cuando están por jubilarse, etc. hay sucesos que necesitan mas atención que otros y normalmente terminan en la contratación de expertos. Pero, si bien el dinero es una instancia decisiva de cada uno de estos proceso en la vida de las personas, pareciera que el sector financiero, paradójicamente, tiende a estar relegado en la escala de decisiones de contratación de consultores.
¿Por qué, en un mundo financiero globalizado y volátil las personas están menos predispuestas a contratar especialistas para asesorarlas en finanzas? La situación parece más preocupante si consideramos que, cada día más, los factores financieros condicionan las decisiones de ahorro y consumo de las personas.
En este escenario, es imperativo contar con información, análisis de alternativas, evaluación permanente y periódica del nivel de las tasas de interés, de paridades cambiarias y de los flujos de dinero para definir la orientación de las inversiones, el uso alternativo de los recursos en función de los avatares del mercado, y la definición de estrategias esenciales vinculadas con la moneda y el crédito.
Es aquí donde cobra sentido el asesor financiero, un individuo o una empresa que brinda asesoramiento profesional en la planificación financiera, en el análisis del mercado de dinero y capitales, y en las decisiones de inversión. Su trabajo tiene como objetivo rentabilizar la liquidez de las personas y los usos alternativos de los recursos financieros de cara a la evolución de los mercados y al curso de las expectativas.
La tarea también puede incluir la reingeniería financiera de los activos de las personas, la gestión integral del financiamiento en las compras de activos importantes, y en el análisis de proyectos de ahorro y jubilación. Estas tareas posibles de un asesor financiero implican el acceso a una gran cantidad de información que debe analizarse día a día, un sólido saber específico y una dedicación intensa.
En definitiva, vivimos tiempos en que los interrogantes financieros se vuelven cada vez más influyente en los resultados globales de los individuos. En este marco, la contratación de un asesor financiero tiene los beneficios potenciales de alcanzar una óptima asignación de los recursos monetarios para lograr un incremento sostenido del ahorro y la inversión.
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