Transcribimos un artículo que nos dejó Eduardo en los comentarios de la película "Margin Call". Sumamente interesante para pensar sobre la codicia y la felicidad. Sobre esto ya hemos hablado algo acá y acá.
- Por incoherente y absurdo que parezca, cuanto más progreso económico desarrolla una sociedad, más infelices suelen ser los seres humanos que la componen. De ahí que algunos de los países más ricos del mundo, como Suecia, Noruega, Finlandia y Estados Unidos, cuenten, paradójicamente, con las tasas de suicidio más elevadas del planeta. En el mundo, un millón de seres humanos se quitan la vida cada año. Y al menos otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo.
La codicia nace de una carencia. Es falso que podamos rellenar ese vacío con un materialismo basado en el consumo
Haciendo caso omiso a la incómoda verdad que se esconde detrás de estas estadísticas, la mayoría de naciones están adoptando las creencias y los valores promovidos por el estilo de vida materialista y deshumanizado imperante en la actualidad. Es la “globalización”, un proceso por el cual el sistema de libre mercado, guiado por el obsesivo e insostenible afán de crecimiento económico de las corporaciones, está dificultando a los seres humanos desarrollar el altruismo y alcanzar la plenitud.
LA SOCIEDAD DEL MALESTAR
“El crecimiento económico del sistema capitalista se sustenta gracias a la insatisfacción de la sociedad” (Clive Hamilton)
Como consecuencia de la epidemia de malestar y sinsentido que padecen muchos seres humanos, en el ámbito de la investigación universitaria ha nacido una nueva especialidad profesional: el comportamiento económico, que estudia la influencia que tiene la psicología sobre la economía y ésta sobre la actitud y la conducta de individuos y organizaciones. Entre otros expertos, destaca el economista norteamericano George F. Lowenstein, cuyo nombre aparece en algunas quinielas como candidato a recibir el Premio Nobel de Economía a lo largo de la próxima década.
En el escenario socioeconómico actual, ¿es el sistema capitalista el que nos condiciona para convertirnos en personas competitivas, ambiciosas y corruptas, o somos nosotros los que hemos creado una economía a nuestra imagen y semejanza? ¿Qué viene antes: el huevo o la gallina? De las tesis formuladas por Lowenstein se desprende que en este caso el huevo es la gallina. Es decir, que nuestra incapacidad de ser felices nos ha vuelto codiciosos, convirtiendo el mundo en un negocio en el que nadie gana y todos salimos perdiendo. Y en paralelo, el sistema monetario sobre el que se asienta nuestra existencia dificulta y obstaculiza la ética y la generosidad que anidan en lo profundo de cada corazón humano.
Pero entonces, ¿qué es la codicia? ¿De dónde nace? ¿Adónde nos conduce? Etimológicamente procede del latín cupiditas, que significa “deseo, pasión”, y es sinónimo de “ambición” o “afán excesivo”. Así, la codicia es el afán por desear más de lo que se tiene, la ambición por querer más de lo que se ha conseguido. De ahí que no importe lo que hagamos o lo que tengamos; la codicia nunca se detiene. Siempre quiere más. Es insaciable por naturaleza. Actúa como un veneno que nos corroe el corazón y nos ciega el entendimiento, llevándonos a perder de vista lo que de verdad necesitamos para construir una vida equilibrada, feliz y con sentido.
LA CORRUPCIÓN DEL ALMA
“La riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da” (Arthur Schopenhauer)
Últimamente se ha hablado mucho del presidente del Palau de la Música, Fèlix Millet, al que se le acusa de haber robado 10 millones de euros. O del multimillonario Bernard Madoff, considerado un brillante gestor de inversiones y filántropo hasta que un día confesó a sus hijos Andrew y Mark que su vida era “una gran mentira”. El imperio económico que había construido a lo largo de las últimas décadas se sustentaba en la codicia, la estafa y la corrupción.
Tras ser arrestado y procesado, Madoff fue condenado el 29 de junio de 2009 a 150 años de cárcel por ser el responsable del mayor fraude financiero de la historia, cifrado en más de 35.000 millones de euros. ¿Qué motiva a un hombre que lo tiene todo a querer más? ¿Por qué tantas personas se vuelven corruptas, mezquinas y perversas al alcanzar el poder?
Para muchos psicólogos, personas como Madoff o Millet representan la punta del iceberg de uno de los dramas contemporáneos más extendidos en la sociedad: “la corrupción del alma”. Así se denomina la conducta de las personas que se traicionan a sí mismas, a su conciencia moral, pues en última instancia todos los seres humanos sabemos cuándo estamos haciendo lo correcto y cuándo no. Y es que para cometer actos corruptos, primero tenemos que habernos corrompido por dentro. Esto implica marginar nuestros valores éticos esenciales –como la integridad, la honestidad, la generosidad y el altruismo en beneficio de nuestro propio interés.
RICOS FUERA, POBRES DENTRO
“Nada que esté fuera de ti podrá nunca proporcionarte lo que estás buscando” (Byron Katie)
Según las investigaciones científicas de Lowenstein, cuando las personas son víctimas de su codicia entran en una carrera por lograr y acumular poder, prestigio, dinero, fama y otro tipo de riquezas materiales. Quienes cruzan la línea una vez, tienden a cruzarla constantemente. Las personas codiciosas se engañan a sí mismas; siempre encuentran excusas para justificar sus decisiones y actos corruptos. El hecho de que los demás lo hagan ya es suficiente para hacerlo. Sin embargo, la sombra de su conciencia moral les persigue de por vida.
Una vez ascienden por la escalera que creen que les conducirá al éxito y, en consecuencia, a la felicidad, comienzan a ser esclavas del miedo a perderlo todo. De ahí que se vuelvan más inseguras y desconfiadas, invirtiendo tiempo y dinero en protegerse y proteger lo que poseen. Y no sólo eso. Se sabe de muchos casos en los que las personas codiciosas terminan aislándose de los demás, con lo que su grado de desconexión emocional aumenta y su nivel de egocentrismo se multiplica.
Por eso muchos intentan compensar su malestar con el placer y la satisfacción a corto plazo que proporciona la vida material. Para conseguirlo necesitan cada vez más dinero, lo que les lleva, en algunos casos, a cometer estafas en sus propias organizaciones, tal y como hicieron Madoff y Millet. Según la consultora Deloitte, “más de seis de cada 10 fraudes empresariales se cometen desde dentro”. Muchos se planean en los despachos de la cúpula directiva. Que la corrupción se haga pública, es otra historia.
En palabras de Lowenstein, “la codicia es una semilla que crece y se desarrolla en aquellas personas que padecen un profundo vacío existencial, sintiendo que sus vidas carecen de propósito y sentido”. Tenemos de todo, pero ¿nos tenemos a nosotros mismos? La codicia nace de una carencia interior no saciada y de la falsa creencia de que podremos llenar ese vacío con poder, dinero, reconocimiento y, en definitiva, con un estilo de vida materialista, basado en el consumo y el entretenimiento.
LA FILOSOFÍA DE LA ‘NO NECESIDAD’
“Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestro dinero, sino nuestra capacidad de disfrutar” (Víctor Gay Zaragoza)
Un hombre de negocios pasaba sus vacaciones en un pueblo costero. Una mañana advirtió la presencia de un pescador que regresaba con su destartalada barca. “¿Ha tenido buena pesca?”, le preguntó. El pescador, sonriente, le mostró tres piezas: “Sí, ha sido una buena pesca”. El hombre de negocios miró al reloj: “Todavía es temprano. Supongo que volverá a salir, ¿no?”.
Extrañado, el pescador le preguntó: “¿Para qué?”. “Pues porque así tendría más pescado”, respondió el hombre de negocios. “¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas tengo suficiente para alimentar a mi familia”, afirmó el pescador. “Mejor entonces, porque así usted podría revenderlo”. “¿Para qué?”, preguntó el pescador, incrédulo. “Para tener más dinero”. “¿Para qué?”. “Para cambiar su vieja barca por una nueva, mucho más grande y bonita”. “¿Para qué?”. “Para poder pescar mayor cantidad de peces”.
“¿Para qué?”. “Así podría contratar a algunos hombres”. “¿Para qué?”. “Para que pesquen por usted”. “¿Para qué?”. “Para ser rico y poderoso”. El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquel hombre. Sin embargo, volvió a preguntarle: “¿Para qué querría yo ser rico y poderoso?”. “Esta es la mejor parte”, asintió el hombre de negocios. “Así podría pasar más tiempo con su familia y descansar cuando quisiera”. El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo: “Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo”-.
FUENTE: Diario El Pais
5 comentarios:
Continuo acá porque el tema es muy interesante.
Creo yo que el dinero ayuda, pero que ni por asomo nos da felicidad. A lo sumo no da cierta tranquilidad. La codicia ya es un problema mas grande, y más si la aplicamos estafando a los demás.
El mundo de hoy nos vende que es exitoso el que mas cosas materiales tiene. Lamento que haya personas que se dejen llevar por este mensaje.
A pesar de ser este un blog de finanzas, considero que lo que tratamos de hacer es que la gente le dé la importancia justa al dinero para que este deje de ser un problema y pase a ser un medio para lograr la felicidad.
Creo que lo leí acá pero recuerdo que leí una vez "el dinero no genera felicidad, solamente disimula algunos problemas". También, en un lugar más... digamos cuestionador del sistema leí "el dinero no cambia ni corrompe a las personas, sino que las desenmascara". Son frases que siempre me quedaron grabadas y que, sincera y lamentablemente, las noto cada vez más reales.
Está distorsionado el éxito porque está distorsionada la base en mi opinión. La base somos nosotros, nuestros valores, nuestro respeto, nuestro comportamiento. El contexto lo creamos nosotros.
Un lugar común al que se cae es al de cuestionar y criticar al Capitalismo. Cuestionar las finanzas y los mercados. Para mi es un error aquello (por más que existan esas debilidades y sea bueno discutirlas), yo no veo que se discuta seriamente nuestro accionar, no creo que ni siquiera se sepa la raíz de los problemas, mucho menos pensar una solución.
El post (y el artículo) está genial. Puede que sea algo parcial mi opinión, porque lo que invite a la reflexión yo lo celebro siempre.
Saludos.
El dinero es importante porque es la manifestación del aspecto económico de nuestro ser, y como somos seres biológicos que necesitamos comida y abrigo, una parte significativa de nuestras vidas pasa por ahí. Pero el dinero se vuelve perverso cuando somete al resto del ser humano. El dinero al servicio del ser humano, no viceversa. Lo que estamos viviendo ahora no es más que la manifestación de esta inversión de prioridades llevada hasta el paroxismo por la codicia y el materialismo. Sin embargo, yo creo que aprender a dominar la codicia y las emociones que el dinero despierta (envidia, consumo competitivo, etc.) es una buena manera de templar el espíritu. No todos lo consiguen.
"El ser humano en su afan de tener, se olvida de ser" Celso Charuri
Casiopea, tienes mucha razón.
Al respecto agrego que en el momento de eliminar la contrapartida del dinero, el oro, se comenzó a crear de la nada partiendo de una deuda simple entre quien lo avala (gobierno) y el banco central que lo demanda, cuando este llega a la gente se transforma en deuda esclavizándola en forma perpetua a trabajar por un salario para vivir y pagar deudas, una especie de esclavitud económica que a diferencia de la totalmente física en la cual el amo está obligado a dar refugio y alimentar al esclavo la económica obliga al ser humano alimentarse y a vivir en una casa así mismo, en suma, esto despierta el egoísmo la corrupción y el poder por miedo a perder lo que se tiene y finalmente la codicia que nos hace luchar contra los demás sin importarnos cual será la suerte del otro, esto se conoce como el ser competitivo, exitoso pero en esencia es autodestructivo.
Como se puede vivir con felicidad en tal sistema cuya estructura se basa en el maldito dinero en donde el síntoma de bienestar se convierte en una felicidad falsa.
En este sentido cito un ejemplo, antes ciertos equipamientos electrónico poseían una obsolescencia que seguramente se producía antes de que finalizara su vida útil debido al avance tecnológico, algo razonable tal ves, pero ahora esa obsolescencia a sido superada por el cambio de moda nacida de una locura del consumismo que nos obliga a estar más endeudados y ser menos felices retroalimentando más aún la codicia. Si realmente tomamos conciencia que papel debemos jugar en la sociedad dejaremos de alguna manera de ser esclavos de nuestra propia condición ser más libres y encontrar una felicidad perenne dentro de un sistema del que aparentemente no se puede escapar y para ello hay que esforzarse en entender como funciona la economía y sus instrumentos financieros que de por sí son complicados para que el común de las personas los entiendan y desistan del esfuerzo por entenderlos, y de eso se trata, pues es la basa para el sostenimiento de la estructura del sistema monetario.
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