"Unos comerciantes veteranos que se juntaban en la vieja confitería Richmond contaban la historia de un empresario que pidió plata a un amigo e inició un negocio.
Como el proyecto no era viable no pudo devolver el préstamo. Resolvió el problema con un pagaré y con información falsa sobre su negocio. Cuando venció el pagaré, simuló optimismo y, para ganar tiempo, cambió el pagaré por un cheque diferido de su mujer. Al vencer el cheque, el amigo enojado quiso iniciarle una demanda, y como nuestro héroe había falsificado la firma de su esposa, no tuvo mejor idea que matarlo. Ya en la cárcel – abandonado por su familia – se ahorcó con una media.
Cada paso que daba se enterraba más. Dejó crecer un pequeño problema hasta terminar con su vida . Los comerciantes llamaban a esa conducta “síndrome del quebrado”.
Y decían con humor: “lo importante es no creerte tus propias mentiras”.
A la Argentina le vendría bien el consejo de esos viejos comerciantes. Aunque toda la experiencia argentina e internacional indica lo contrario, hacia el 2006 las autoridades se convencieron de que con inflación podía haber crecimiento y equidad. Para que no se note, destruyeron el sistema estadístico nacional. Con esa medida se dio el primer paso del “síndrome del quebrado”.
No sólo teníamos inflación sino que se mentía a la población.Cuando profesionales privados empezaron a calcular índices de precios, los persiguieron, con lo cual, pasaron a lesionar los derechos humanos, que eran el valor sobre el que se edificó la actual etapa democrática. Como la inflación no se detiene falseando índices, decidieron tapar el problema bajo una alfombra mayor: anclaron el dólar y los precios de la energía, el transporte y otros servicios públicos con subsidios crecientes.
Ahora ya teníamos inflación, gasto fiscal, pérdida de competitividad cambiaria y falta de incentivos a la inversión en el sector energético, además de mentiras y lesión a los derechos humanos .
Estábamos como el comerciante al momento de falsificar la firma de su mujer. Como había que pagar la cuenta, metimos la mano en las AFJP, por esa vía destruimos la única fuente de financiamiento de largo plazo a la inversión. Al cabo, como la producción de energía caía, pasamos a importar gas y de petróleo. Y el “síndrome del quebrado” seguía su curso, con un adicional: muchos argentinos dejaron de confiar y compraban dólares para llevarlos al colchón o al exterior .
Hacia el 2011, como los funcionarios creían sus propias mentiras, era su deber patriótico ganar las elecciones. Para hacerlo, ¿qué mejor que la emisión monetaria? La plata sirvió para seguir planchando los precios de los servicios y para aumentar los sueldos y el plantel de empleados públicos. Los pesos no deseados buscaron sus dólares y llegamos a la semana previa a las elecciones con la primera corrida cambiaria.
Con la convicción de nuestro empresario suicida, las autoridades dejaron de vender dólares y habilitaron el mercado paralelo.
Tenía una lógica muy propia del “síndrome del quebrado”: “es mejor el control de cambios y el paralelo, porque si sigo con libertad cambiaria se fugan los dólares”.
No se les ocurrió dejar de emitir pesos, para no financiar ni la fuga, ni el paralelo y poner en marcha un plan antiinflacionario.
No parecen querer cambiar las bases del modelo suicida.
Para cuidar los dólares restringieron las importaciones, con lo cual, con un solo golpe atentaron contra el abastecimiento industrial, mataron al Mercosur y nos peleamos con los principales países del mundo.
Luego, en lugar de concebir una política energética, confiscamos acciones de YPF. Y, con eso, se nos terminó de cerrar el mercado financiero, cuando las provincias – a falta de recursos – debían financiarse con deuda.
Ahora estamos en recesión , la inflación crece, el dólar oficial no permite exportar, no se pueden cerrar las paritarias, debemos importar energía, se lesionan los derechos humanos, no tenemos estadísticas, las provincias y municipios están desfinanciados, hay una brecha cambiaria insostenible, se trabó el comercio exterior (tanto de importación como de exportación), estamos peleados con nuestros vecinos y con los principales países del mundo … y el síndrome del quebrado sigue.
Es momento de parar. Dejar de creer en las propias mentiras. Asumir que la verdad, aunque sea dolorosa, es siempre reparadora. No llegar al suicidio. Porque en este barco, estamos todos los argentinos".
Clarín - 29/05/12 - Luis Rappoport -
No sólo teníamos inflación sino que se mentía a la población.Cuando profesionales privados empezaron a calcular índices de precios, los persiguieron, con lo cual, pasaron a lesionar los derechos humanos, que eran el valor sobre el que se edificó la actual etapa democrática. Como la inflación no se detiene falseando índices, decidieron tapar el problema bajo una alfombra mayor: anclaron el dólar y los precios de la energía, el transporte y otros servicios públicos con subsidios crecientes.
Ahora ya teníamos inflación, gasto fiscal, pérdida de competitividad cambiaria y falta de incentivos a la inversión en el sector energético, además de mentiras y lesión a los derechos humanos .
Estábamos como el comerciante al momento de falsificar la firma de su mujer. Como había que pagar la cuenta, metimos la mano en las AFJP, por esa vía destruimos la única fuente de financiamiento de largo plazo a la inversión. Al cabo, como la producción de energía caía, pasamos a importar gas y de petróleo. Y el “síndrome del quebrado” seguía su curso, con un adicional: muchos argentinos dejaron de confiar y compraban dólares para llevarlos al colchón o al exterior .
Hacia el 2011, como los funcionarios creían sus propias mentiras, era su deber patriótico ganar las elecciones. Para hacerlo, ¿qué mejor que la emisión monetaria? La plata sirvió para seguir planchando los precios de los servicios y para aumentar los sueldos y el plantel de empleados públicos. Los pesos no deseados buscaron sus dólares y llegamos a la semana previa a las elecciones con la primera corrida cambiaria.
Con la convicción de nuestro empresario suicida, las autoridades dejaron de vender dólares y habilitaron el mercado paralelo.
Tenía una lógica muy propia del “síndrome del quebrado”: “es mejor el control de cambios y el paralelo, porque si sigo con libertad cambiaria se fugan los dólares”.
No se les ocurrió dejar de emitir pesos, para no financiar ni la fuga, ni el paralelo y poner en marcha un plan antiinflacionario.
No parecen querer cambiar las bases del modelo suicida.
Para cuidar los dólares restringieron las importaciones, con lo cual, con un solo golpe atentaron contra el abastecimiento industrial, mataron al Mercosur y nos peleamos con los principales países del mundo.
Luego, en lugar de concebir una política energética, confiscamos acciones de YPF. Y, con eso, se nos terminó de cerrar el mercado financiero, cuando las provincias – a falta de recursos – debían financiarse con deuda.
Ahora estamos en recesión , la inflación crece, el dólar oficial no permite exportar, no se pueden cerrar las paritarias, debemos importar energía, se lesionan los derechos humanos, no tenemos estadísticas, las provincias y municipios están desfinanciados, hay una brecha cambiaria insostenible, se trabó el comercio exterior (tanto de importación como de exportación), estamos peleados con nuestros vecinos y con los principales países del mundo … y el síndrome del quebrado sigue.
Es momento de parar. Dejar de creer en las propias mentiras. Asumir que la verdad, aunque sea dolorosa, es siempre reparadora. No llegar al suicidio. Porque en este barco, estamos todos los argentinos".
Clarín - 29/05/12 - Luis Rappoport -
8 comentarios:
Sí, Bull, yo también creo que el "pecado original" fue cuando empezaron a amañar las cifras del Indec. Así todos aprendimos que para zafar de los problemas que nos trae el haber cometido una infracción hay que cometer otra más grande, doblando la apuesta del error inicial en lugar de intentar subsanarlo.
Pero no toda la culpa es del gobierno, porque los ciudadanos validamos esas políticas con nuestro voto, lo cual a su vez reforzó la convicción de los gobernantes de que lo que hacen está justificado. Todo en economía y en política está relacionado. Ahora, creo que la única manera de crear un shock de confianza para que realmente funcione la pesificación, si eso es lo que buscan, es que la presidenta y todos los legisladores oficialistas vendan sus dólares al cambio oficial a la vista de las cámaras de televisión. Así, por lo menos, los ciudadanos verían que los políticos se atan al mismo carro al que los obligan a atarse a ellos con medidas represivas. Después de todo, los políticos con sus sueldazos son parte de ese 10% que puede ahorrar en dólares. Eso además tendría el efecto secundario beneficioso de que se empezarían a preocupar en serio por la inflación.
Casiopea
La respuesta a la inquietud de Casiopea
El ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández volvió a hablar del dólar: explicó por qué sus ahorros están en esa moneda, dijo que no es tarado y que sólo los cambiará a pesos cuando no pierda plata.
Anónimo, no escuché las declaraciones de Fernández, pero hay un artículo en La Nación sobre los ahorros declarados en dólares de los miembros del gabinete. Sospecho que algunos deben tener más que eso, pero me conformo con que vendan lo declarado con bombos y platillos, para dar el ejemplo.
Cuando asumió en Francia, lo primero que hizo el gabinete de Hollande fue bajarse la remuneración en un 30%. Esos gestos no resuelven el agujero fiscal, seguro, pero tienen su importancia porque hacen patente eso de que todos estamos en el mismo barco y le hacen ver a la gente que sus políticos van a sufrir las mismas consecuencias que ellos si las cosas salen mal, y no que van a caer parados con sus dólares amarrocados.
Si obligan a todo el mundo a devaluarse, a los pobres con inflación y a la clase media prohibiendo que ahorren en dólares, lo mínimo que pueden hacer es quemar sus propias naves. Ahí sí que les creo, y en principio no estoy en contra de una verdadera pesificación de la economía, porque forzaría a enfrentar el problema de la inflación. Casiopea.
ja ja ja ja . cuanto tiene Aníbal Fernández veintipico mil dólares, eso es un vuelto para él, se olvidó la que tiene no declarado.
Jose
En camino a una inexorable inflación con recensión que será el costo que todos pagaremos y aislados del mundo con escasos recursos energéticos por sostener férreamente el modelo sin más que consumiéndose los activos un modelo insostenibles que en definitiva estallará arrastrándonos a todos, el mundo también caerá y pero la argentina lo hará al abismo
El CCL un 40% más que el oficial y "siga siga el bailee...no pasa nada" esto da el indicio que todos ya se retiraron de la gran fiesta y los que quedamos no sólo apagaremos la luz, la cuenta también.
Que nota mas tendenciosa.
Hablar de pelearnos con nuestros vecinos ...? Cuando nunca en la historia estuvieron los países latino americanos mas alineado el uno con el otro que ahora.
Es una pena que un diario como Clarín aveces insista tanto con la desinformación ... también ellos deberían dejar de creer un poco en sus propias mentiras.
Saludos,
Gabo.
Más indicadores dan muestra de la desaceleración, esta vez fue la construcción. Según el INDEC, durante abril la actividad de la construcción cayó 3,8% a/a y 5,9% m/m, desestacionalizado. El acumulado ene-abr muestra expansión de 0,6%, mientras que durante el mismo período del año pasado se crecía al 9,8%.
Sí el INDEC miente y Clarin tamién lo hace me pregunto ¿realmente donde estamos parado?.
La razón y verdad lo tienen el llamado capital inteligente que se fue de la economía real (>75 mil millones de dólares) observando con anticipación a donde apuntaba la economía argentina con sólo ver la tasa de expansión monetaria, del gasto y el manoteo de todo nicho que tuviera recursos líquidos. Estoy incluido dentro de ese capital inteligente no sólo con dólares y más de tres años que vengo diversificando mi cartera (no en $) por la sencilla razón de proteger mis ahorros y no verlos devorados por la maldita inflación y como siempre lo he recalcado son mis ahorros que pueden servir para los tiempos de mi vejes si es que llego y no caer en los campos de exterminio de la seguridad social con su desprecio y mal trato a nuestros ancianos, la realidad de esos ahorros es que le pertenecen a mis hijos por que trato de dejarles un futuro con esperanzas ya que trato de hacer algo más por la sociedad que trabajar y consumir por la sencilla razón de que no parasito ni soy un ladrón.
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